Durante la primera parte del el siglo XVI, Francia disputó a España la
supremacía en el contexto europeo combatiendo en Italia, Flandes y Borgoña.
tanto Francisco I, como su sucesor Enrique II, volcaron su política exterior en
contra de su poderoso vecino. Incluso se pactó una alianza con el Imperio
Otomano, enemigo de la cristiandad a pesar del escándalo que supuso en
las cancillerías europeas.
El fín de estas contiendas se simboliza en la paz de Cateau Cambresis (1559),
Francia renunciaba a Italia, pero recuperaba Calais, el último vestigio de
presencia inglesa en Francia. la Paz se fortalecía con una doble boda: Felipe
II, Rey de España se casaba con Isabel de Valois, Hija del Rey Francés Enrique
II y Filiberto de Saboya con Margarita de Francia.
Al calor de estos acontecimientos se estaban fraguando problemas internos
que simbolizaban la lucha por el poder agravado por los problemas religiosos. El
País contaba con cada vez mayor población protestante, la rama reformista que
penetró fue la calvinista, se les conocía con el nombre de Hugonotes. su
implantación abarcaba grandes zonas de la costa atlántica, entre el Loira y el
Garona, la isla de Francia y Aquitania. La penetración de estas ideas
reformistas encontraron eco en toda la sociedad, desde la alta nobleza
representada por los Borbones y el almirante Coligny, pasando por las clases
artesanales de las ciudades y en menor medida entre los campesinos, aunque hubo
zonas de indiscutible predominio. Por otra parte el bando católico estaba
representado por poderosas familias nobiliarias como los Guisa.
La guerra civil era inevitable y asoló el país durante casi 40 años, se
contabilizaron hasta 8 guerras de religión. No fue una guerra de grandes
batallas y asedios, sino más bien de golpes de mano. eran frecuentes los
enfrentamientos callejeros, asaltos y quemas de iglesias y asesinatos por cada
uno de los dos bandos. La incapacidad de controlar la situación hizo que cada
vez más potencias extranjeras se inmiscuyeran en los asuntos franceses. El
bando realista, católico solicitó ayuda a España y los hugonotes a los príncipes
alemanes protestantes y a la reina Isabel I de Inglaterra.
El reinado de Carlos IX se extendió de 1562 a 1574, en 1563 un edicto real
restringió la libertad de culto, solamente los grandes señores disfrutarían de
ella junto a sus vasallos. la fragilidad de estos acuerdos se rompieron cuando
el Rey, consideró que podía acabar con la rebelión matando al gran líder
hugonote Coligny. En la noche de San Bartolomé ( 22 de agosto de 1572) fue
asesinado en París produciéndose en la capital y otras provincias graves
incidentes.
Enrique III sucedió a su hermano en 1574. El país atravesaba graves
conflictos y cada vez se veía con más recelo el poder que alcanzaba la liga
católica sufragada por España y dirigida por la poderosa familia de los Guisa.
El rey se fue acercando cada vez más a Enrique de Borbón, miembro del bando
protestante para tratar de mantener un mínimo equilibrio en Francia, en
Diciembre de 1588, el Rey ordenó la ejecución del duque de Guisa y otros
miembros de la liga católica. Esta nueva posición escandalizó al Papa que lo
excomulgó, produciéndose en Paris una nueva sublevación, obligando al monarca a
huir y siendo asesinado poco después en 1589.
el sucesor fue Enrique de Navarra, de la familia Borbón. Comprendiendo el
obstáculo insuperable que para él representaba su fe calvinista, prometió
mantener el catolicismo, reunir un concilio y hacerse instruir en estos
principios. Muchos nobles y eclesiásticos se dieron satisfechos con estas
posturas, cansados de incontables años de guerras civiles, sin embargo hubo
algunos disconformes que continuaron combatiendo.
El clima fue favorable para Enrique de Borbón ya que el otro bando estaba
apoyado por España que defendía la llegada al trono de una hija de Felipe II. Los
franceses no querían las injerencias de un rey extranjero y el papado veía con
malos ojos una posible unión Francia-España, que quebrantase el equilibrio
europeo. La solución fue la conversión de Enrique al catolicismo siendo
coronado como Enrique IV, en 1594.
El problema
religioso quedó zanjado con el Edicto de Nantes el 13 de abril de 1598, en el
que se recogían todas las disposiciones relativas a la tolerancia religiosa que
se habían recogido anteriormente, y que entró al fin plenamente en vigor. Fue
un decreto que autorizaba la libertad de culto y de todos los demás, con
ciertos límites, a los protestantes calvinistas. El primer artículo es un
artículo de amnistía que ponía fin a la guerra civil: el edicto favorecía al catolicismo,
que fue declarado religión dominante y habría de ser restablecido en todo el reino.
Los protestantes debían pagar el diezmo eclesiástico y respetar las fiestas de
la Iglesia y las restricciones canónicas sobre el matrimonio. El ejercicio del culto
protestante se limitó a zonas geográficas específicas. El edicto sólo trató la
coexistencia entre protestantes y católicos, pero no incluyó las demás minorías
religiosas. Hoy día se celebra a pesar de que el edicto garantizaba una tolerancia
limitada.